Mediateca: recomendamos el documental “Planeta tierra. Episodio 5º, Desiertos”

Documental incluido en la prestigiosa y galardonada serie de la BBC, escrita por el conocido naturalista David Attenborough y dirigida por el también aclamado Alastair Fothergill. Con una música épica creada por George Fenton y Sam Watts, la película nos muestra la vida en los diversos ecosistemas presentes en nuestro planeta, desde los polos a los desiertos, pasando por cuevas, bosques, junglas, etc. Fueron cinco años de rodaje que se justifican plenamente al contemplar las maravillosas y espectaculares imágenes conseguidas por el equipo. El film nos regala escenas de comportamientos animales nunca antes vistos por el hombre y de espectaculares parajes grabados por primera vez.

Los seres vivos que  habitan los desiertos se aferran a la vida acometiendo una salvaje lucha por su supervivencia.  Existen desiertos ardientes como los australianos y desiertos fríos como el de Gobi en China, pero en todos prevalece una circunstancia  común: la falta de agua. Los camellos bactrianos habitantes del gélido desierto de Gobi afrontan la escasez de agua comiéndose la nieve. Son capaces de ingerir 10 kg. de nieve diarios. En Australia sin embargo el ardiente sol hace insoportable su exposición durante las horas del mediodía en que la temperatura alcanza los 70º. Los canguros rojos se lamen con insistencia sus antebrazos; la razón de esta extraña conducta es la de depositar su saliva sobre los abundantes vasos sanguíneos de esa zona, que al evaporarse se lleva con ella el calor, disminuyendo la temperatura general del cuerpo.

En Namibia grandes  animales como los elefantes y los leones sufren también la escasez de alimentos. Ambas especies se verán obligadas a recorrer largas distancias. Un obstáculo añadido impide al león atrapar a su víctima: el mar de dunas. Los leones son incapaces de internarse en él incluso para cazar y el pacífico órice lo sabe. Pero el león es paciente y el órice debe alimentarse. Las leyes de la naturaleza son inexorables y  nada impedirá que la gacela caiga bajo las fuertes garras de una manada de leones hambrientos.

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