El 26 de abril de 1986, en la central nuclear de Chernobyl (Ucrania), tuvo lugar el accidente nuclear más grave de la historia. Una cadena de fallos provocó el colapso del Reactor 4 y la liberación de cientos de toneladas de materiales radiactivos y tóxicos en un radio de 3 kilómetros de distancia. La potencia de la explosión fue 10 veces superior a la bomba de Hiroshima y Nagasaki y generó una nube radiactiva que atravesó rápidamente varios países europeos.
El documental es una versión dramatizada de los hechos ocurridos ese día en la central, que nos acerca a las vidas de algunos de los protagonistas del suceso. Bomberos, médicos y técnicos de la central, aparecen en escena con nombres y apellidos, unos son presentados como víctimas, y otros como los causantes de esa sucesión de errores y malas prácticas que desembocaron en el trágico accidente. La película achaca como último desencadenante, a la realización de una necesaria pero inadecuada prueba de seguridad, llevada a cabo en el turno de noche por personal poco experimentado.
Las consecuencias son difíciles de cuantificar: de treinta a cincuenta víctimas directas, entre las personas que estuvieron en contacto con el reactor en un primer momento; unos cuatro mil muertos por cáncer y varios miles de fallecimientos a largo plazo. Testigo de ese oscuro episodio de la historia reciente rusa es la ciudad de Pripyat. Construida para el personal que atendía la planta, era alegre y próspera. En 1986 estaba habitada por más de 40.000 personas y tras la explosión fue evacuada. El paso del tiempo ha sido implacable con ella, derruyendo sus edificios vacíos, hasta convertirla en una ciudad fantasma, destino sorprendente de los “turistas radiactivos”.

