En Mediateca: el documental The imposter

El 13 de junio de 1994 desapareció en San Antonio, Texas, EE.UU., el adolescente Nicholas Barclay. Tres años después, en 1997, un tipo es acogido en un residencia de menores en Linares, Jaén, España. Se trata de Frédéric Bourdin, un francés de origen argelino, con situación familiar complicada, que le ha llevado a adoptar más de 500 identidades diferentes, entre ellas las de varias personas desaparecidas. En el centro donde le alojan, por una serie de carambolas, llega a afirmar que su nombre es Nicholas Barclay, a pesar de que es mayor que él y algunos rasgos físicos claramente no coinciden, pues Bourdin asume esa identidad sin tener ni idea de cuál es el aspecto de Barclay. Para su sorpresa, la hermana del desaparecido, Carey, que viaja a España, le reconoce como su querido Nicholas. Y en efecto, se va a vivir con “su familia” a Estados Unidos. Entretanto el FBI retoma el caso de su desaparición, donde Bourdin ofrece elaboradas descripciones de su secuestro. Aunque algunos datos empezarán a despertar sospechas.

Sorprendente documental con algunos pasajes dramatizados, El impostor resulta tan increíble que se diría una impostura, un falso documental para llamar la atención. El film casi obliga a suspender la incredulidad en varios momentos, sobre todo en el modo tan rocambolesco en que Bourdin fabrica su falsa identidad.

Bart Layton cuenta su historia como si fuera una película de intriga, donde tienen protagonismo las declaraciones del propio Bourdin, pero también las de la familia de Nicholas, y de distintos agentes policiales, funcionarios, etcétera. A la vez pinta el drama humano, de la familia que había perdido toda esperanza, y cuestiona las distintas investigaciones. El cineasta no sólo presenta en El impostor una personalidad tan peculiar como la de Bourdin, y apasiona sobre el modo en que va sorteando las dificultades que podrían contribuir a su desenmascaramiento, sino que también apunta teorías en la dirección de qué pudo pasar con el auténtico Nicholas, ofreciendo para ello una imagen no muy favorecedora de la sociedad provinciana en Estados Unidos. Este modo de sembrar dudas resulta desasosegante y no conclusivo, por lo que queda el interrogante de si el cineasta ha sido completamente justo con todos los “actores” de este peculiar drama. (Decine21)

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