En Mediateca: Locos por las partículas

En clave de thriller y perfectamente acompañado de una banda sonora a veces inquietante, a veces conmovedora, el documental explica el descubrimiento científico más importante de nuestra generación: el “Gran Colisionador de Hadrones”, un acelerador de protones que recrea las condiciones que se dieron inmediatamente después del big band, al permitir que dentro de sus 27 km de circunferencia, haces de estas partículas colisionen entre sí.

La película sigue la historia de seis brillantes científicos, teóricos o experimentales, encargados de guiar al espectador y hacerle comprensibles las diferentes teorías existentes sobre la creación del universo. Teorías que se verán confirmadas o no por los datos que recoja el acelerador tras la colisión de protones. La expectación y el nerviosismo de estos físicos teóricos que llevan varias décadas de su vida dedicados a desarrollar sus hipótesis es enorme ante los resultados finales del experimento. Los espectadores así lo entendemos y sufrimos esa espera igual que ellos.

El guion nos regala tres momentos de gran emoción a mi modo de ver: el lanzamiento del primer haz de protones a ritmo de la 9º sinfonía de Beethoven y las lágrimas del anciano Peter Higgs presente en el Auditorio del CERN en el momento de confirmarse la existencia del Bosón de Higgs, teoría establecida por el científico en los años sesenta.

Otro momento muy inspirador lo proporciona la reflexión final propuesta por el director.   Para desarrollarla, elige como fondo, imágenes pertenecientes a la película de Herzog “La cueva de los sueños olvidados”, donde se muestran unas maravillosas pinturas rupestres con más de 32 mil años de antigüedad. El director quiere convencernos de la existencia de un paralelismo entre aquellos hombres que pintaban en las cuevas y los actuales científicos, y para corroborarlo se vale de las dos últimas apariciones en pantalla de los físicos teóricos. Por un lado Kaplan afirmando que en toda exploración científica debe haber un grupo de personas sin reglas que vayan más allá de la frontera conocida, descubran cosas y vuelvan con animales extraños unas rocas interesantes y por el otro, a Sabas Dimopoulos diciéndonos: ¿Por qué los humanos hacemos arte? ¿Por qué los humanos hacemos ciencia? Las cosas que no tienen nada que ver con nuestra supervivencia son las que nos hacen humanos.

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