«The inventor: out for Blood in Silicon Valley». Elizabeth Holmes llegó a Silicon Valley con una revolución médica bajo el brazo. La denominó «the Edison»: una pequeña caja negra con capacidad para realizar hasta 200 pruebas por minuto, todo con una simple gota de sangre. Agujas, laboratorios y las compañías que controlaban el material que se empleaba hasta el momento para realizar análisis de sangre quedarían obsoletos de forma casi inmediata. 

Al igual que Mark Zuckerberg, Steve Jobs o el mismísimo Thomas Edison, Holmes intentaba derruir y revolucionar toda una industria. ¿Cuál era el truco? Era todo mentira. El sistema era un engaño, una especie de broma de mal gusto: lo que empezó siendo una de las empresas de 2014 con mayor potencial -valorada en nueve mil millones de dólares- se disolvió en la bancarrota tras darse a conocer que todo se trataba de un truco para desenmascarar la auténtica naturaleza de Silicon Valley (FilmAffinity).