Joan Ximénez Valentí, Petitet, es un músico gitano percusionista, especializado en rumba catalana y personaje muy conocido en el barrio del Raval. Su padre, Ramón Ximénez, el Huesos, fue uno de los primeros palmeros de Peret.
Petitet , “un gitano de los de antes” nos asegura su hija en pantalla, prometió a su madre en su lecho de muerte que llevaría la rumba catalana a un escenario grande como el Teatro del Liceo. El documental que ahora reseñamos, dirigido por Carles Bosch, director de otros excelentes documentales como Balseros o Bicicleta, culchara, manzana, recoge de manera magistral el camino seguido por nuestro protagonista, desde que toma la decisión de iniciar el proyecto de su vida, hasta la consecución del mismo: la organización de un concierto de rumba catalana en el Gran Teatro del Liceo, reuniendo las interpretaciones de músicos procedentes de mundos muy distintos.
El proyecto, ya de por sí complicado se ve agravado por los problemas de salud de Petitet, que padece una grave enfermedad muscular que le obliga a estar ingresado en el hospital de modo recurrente. Pero no menos complicado le resulta coordinar los ensayos entre un grupo de músicos tan dispar: de un lado los amigos de Petitet, gitanos indisciplinados, excelentes músicos pero que no saben leer una partitura y del otro los músicos payos de la Orquesta Sinfónica del Liceo que se desesperan y que piden a gritos “más disciplina”.
El resultado, tanto del concierto como del documental, es brillante, emotivo y muy divertido, la película te atrapa desde el primer momento.