La colección de documentales de la Biblioteca dispone de seis de los documentales finalistas del premio al mejor documental y reportaje 2021 de la edición 2021 del #LabMeCrazy! Science Film Festival:
«Con la Inteligencia Artificial debes realizar frases cortas, claras y concisas», este es el consejo que recibe Chuck mientras recoge su nuevo robot-compañero Harmony. Al otro lado del mundo, en Tokyo, el adorable robot Pepper interactúa con la abuela Sakurai, un regalo hecho por su hijo para que no se sintiese sola. Este documental trata de ilustrar cómo será el mundo del mañana.
MS es una película sobre dos personas cuyas vidas están regidas por la enfermedad de la EM. La película gira en torno a dos perspectivas: ¿Qué tiene la ciencia para ofrecer al individuo? ¿Y qué puede aprender un científico de un paciente individual? Es un diálogo casi filosófico entre un
científico y alguien con experiencia de primera mano. Una búsqueda para descubrir cómo lidiar con lo que (todavía) no sabe.
A principios de 1960, un grupo de científicos se adentraron en distintas zonas naturales alejadas de la civilización como el desierto del Serengeti, la selva Amazónica o el Océano Ártico y descubrieron que la naturaleza se rige por una serie de normas que se pueden aplicar a todos los aspectos vitales de nuestro planeta.
En las afueras de París, dentro de una cámara acorazada de alta tecnología para cuyo acceso se requieren tres llaves conectadas entre sí de forma independiente, descansa un pequeño cilindro metálico del diámetro de una pelota de golf. Envasado al vacío dentro de tres campanas de cristal puede aparentar no ser gran cosa, pero lo cierto es que es uno de los objetos más importantes del planeta. Afecta a casi todos los aspectos de nuestra vida desde que nacemos, la comida que comemos, los coches que conducimos e incluso las medicinas que tomamos.
Un cineasta forja una amistad inusual con un pulpo que vive en un bosque de algas en Sudáfrica y aprende mientras el animal comparte los misterios de su mundo.
La mayor revolución del siglo XXI no es digital, es biológica. El desarrollo de la tecnología CRISPR abre una nueva puerta para curar enfermedades, reconstruir la biosfera o diseñar a nuestros propios hijos.